Nunca es un buen momento para saltar

Estoy dudando en hacerte una pregunta altamente peligrosa, de las que rebotan, vuelven y yo no sabré qué decir. Estoy jugando entre dos ideas contradictorias, como dos fuerzas venidas de planetas distintos que han explotado y salido de sus órbitas. No se me despega del cuerpo la continua sensación de que en cualquier momento nuestras palabras se convertirán en las últimas y no sabremos que fue en ese preciso momento cuando pasaron a ser parte de nuestra no anunciada despedida, porque esta pequeña historia no está preparada para su final. Voy acumulando motivos que me ayuden a olvidarte dentro de un saco mental que está completamente roto. Cuando creo que ya tengo los suficientes, sucede que pierden su valor y desaparece la decepción. De pronto aparecen excusas que contrarrestan los motivos y me digo que quizás es demasiado pronto, que lo haré mañana o que sucederá solo, cuando el destino se canse de mi indecisión. Tengo que tirarme de un tren en marcha, siento un tremendo miedo del golpe que supondrá el impacto contra el suelo, me han avisado que será duro y doloroso pero al mismo tiempo me dicen que debo hacerlo lo antes posible, que es indiscutiblemente necesario porque este tren está a punto de estrellarse.

Comentarios